Crea Ilusiones :)

viernes, 14 de noviembre de 2014

Transformar en recuerdos el rencor

Me acuerdo de ti, ¿sabes? Me acuerdo de ti después de todo, y no sería una novedad sino lo estuviera admitiendo de tan buena gana. A veces, por alguna razón, me acuerdo de los buenos momentos que me diste y, evitando pensar en la cristalización que provocas en mis ojos, sonrío. A pesar del desprecio y el rechazo que siento la mayoría de veces, a pesar de las muchas razones que me has dado para dejarme con las ganas de escupirte (da gracias a la educación que, sin tu ayuda, me han dado), a pesar de todo, a veces sonrío.

Debo ser profundamente tonta si aún confío en las personas. Si aún me permito el lujo de sonreír ante situaciones que jamás volverán a pasar, teniendo a la persona que protagoniza ese recuerdo como buena solo porque en un momento dado me dio un pedazo de su cariño y un tajo de su tiempo para compartir conmigo una ilusión. Porque visto lo visto, los recuerdos no son más que eso ¿no? Ilusiones. Son una sucesión de imágenes, al fin y al cabo inexistentes, que se guardan en nuestra memoria y que van perdiendo nitidez con el paso del tiempo hasta el punto de que nosotros mismos llegamos a modificarlos y moldearlos, casi, a nuestro gusto. No digo que todos, pero la mayoría, probablemente sí. El caso es que sí, a veces me siento tremendamente estúpida queriendo pensar que en el fondo, todos tenemos un lado bueno, y que, aquel que parece que no, también. Que esconde su bondad por delirios que le han llevado a ello, por desajustes mentales que no les permiten quitarse su escudo. Me siento tonta, pero a la vez me gusta seguir pensando así. La gente es buena, pero hay a quien no le han enseñado correctamente a serlo. Porque es así, a lo único a lo que nos enseñan es a memorizar cosas que olvidaremos, a superar al resto en vez de a nosotros mismos, a esconder aquellos gustos que al resto no convenzan, nos enseñan que las emociones no se pueden expresar, que, o te acaban haciendo daño, o son una ñoñería. Hasta qué punto hemos llegado, hasta qué punto para que nos cueste alcanzar ese punto de felicidad en el que sabemos lo que queremos y no tememos manifestarlo. En el que vamos con la cabeza alta con pasos que dicen "Aquí estoy". El juego de la fila de fichas de dominó en el que al tirar una, caen todas, ha dejado de tener gracia, dejémonos de "me han hecho daño, ya no confiaré más" porque solo conseguiremos tirar y ser tirados una y otra vez. Vivamos sin miedos ni ataduras. Eso sí, sin ser tontos tampoco: el que tiene suficiente sangre fría como para clavarte el puñal una vez, puede volver a hacerlo; a menos que éste se arrepienta de verdad, a menos que ese hermano de Pepito Grillo interior que todos tenemos al que conocemos como intuición te diga lo contrario, no confíes.

Por eso, aún albergo una esperanza respecto a todos, aún pienso que hasta el peor, con su daño interior que inconscientemente le hace ser así, guarda un pequeño cachito de humanidad que espera crecer, tú incluido, porque aunque jamás te lo haré saber porque no te lo mereces, aún sonrío cuando me acuerdo de ti, padre.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Tienes razón:
-Todos albergamos un "pequeño cachito de humanidad", hasta el que nos parece más cruel, tiene su parte de bondad.
-Pero "vivamos sin miedos ni ataduras", así es como se vive plenamente.

Bien por esa sonrisa que siempre llevas en la recámara.